" El arte de la inspiración no es igual al arte de amar, pero así como el amor, es imposible de explicar" D.Ch

martes, diciembre 28, 2010

Juan Salvador Gaviota. Fragmento.

Comparto con ustedes un brevísimo fragmento de un post que ya lo publiqué hace más de un año en uno de mis sites, de una de las novelas más profundas y sencillas que he leído, y que por cierto cautivó mi vida. Pero la vuelvo a poner aquí para aquellos que no la conocían y para los que quieran recordar un poco.


AMANECÍA Y EL NUEVO SOL PINTABA de oro las ondas de un mar tranquilo. Un pesquero chapoteaba a un kilómetro de la costa cuando, de pronto, rasgó el aire la voz llamando a la bandada de la comida y una multitud de mil gaviotas se aglomeró para regatear y luchar por cada pizca de comida. Comenzaba otro día de ajetreo.

Pero alejado y solitario, más allá de barcas y playas, está practicando Juan Salvador Gaviota. A treinta metros de altura, bajó sus pies palmeados, alzó su pico, y se esforzó por mantener en sus alas esa dolorosa y difícil posición requerida para lograr un vuelo pausado. Aminoró su velocidad hasta que el viento no fue mas que un susurro en su cara, hasta que el océano pareció detenerse allá abajo. Entornó los ojos en feroz concentración, contuvo el aliento, forzó aquella torsión un... sólo... centímetro... más... Encrespáronse sus plumas, se atasco y cayó.

Las gaviotas, como es bien sabido, nunca se atascan, nunca se detienen. Detenerse en medio del vuelo es para ellas vergüenza, y es deshonor.

Pero Juan Salvador Gaviota, sin avergonzarse, y al extender otra vez sus alas en aquella temblorosa y ardua torsión -parando, parando, y atascándose de nuevo-, no era un pájaro cualquiera.

La mayoría de las gaviotas no se molesta en aprender sino las normas de vuelo más elementales: como ir y volver entre playa y comida. Para la mayoría de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer. Para esta gaviota, sin embargo, no era comer lo que importaba, sino volar. Más que nada en el mundo, Juan Salvador Gaviota amaba volar.

Este modo de pensar, descubrió, no es la manera con que uno se hace popular entre los demás pájaros. Hasta sus padres se desilusionaron al ver a Juan pasarse días enteros, solo, haciendo cientos de planeos a baja altura, experimentando.


No comprendía por qué, por ejemplo, cuando volaba sobre el agua a alturas inferiores a la mitad de la envergadura de sus alas, podía quedarse en el aire más tiempo, con menos esfuerzo; y sus planeos no terminaban con el normal chapuzón al tocar sus patas en el mar, sino que dejaba tras de sí una estela plana y larga al rozar la superficie con sus patas plegadas en aerodinámico gesto contra su cuerpo. Pero fue al empezar sus aterrizajes de patas recogidas -que luego revisaba paso a paso sobre la playa- que sus padres se desanimaron aún más.

-¿Por qué, Juan, por qué? -preguntaba su madre-. ¿Por qué te resulta tan difícil ser como el resto de la bandada, Juan? ¿Por qué no dejas los vuelos rasantes a los pelícanos y a los albatros? ¿Por qué no comes? ¡Hijo, ya no eres más que hueso y plumas! 

Primera parte e impresionante fracción de la fábula en forma de novela escrita por Richard Bach, sin duda alguna, excelente elección para aquellos lectores que se inician.
Obviamente es también una cordial invitación para quienes aún no la han leído, a deleitarse con ella, y meterse de lleno en la trama; una gaviota aprendiendo de la vida y el volar, teniendo siempre en primer lugar el autoperfeccionamiento y el sacrificio.
Este es uno de los libros que más me ha cautivado, como ya lo mencioné, y lo he leído más de tres veces, aprendiendo y entendiendo algo nuevo en cada lectura, porque aunque parezca simple, abarca más alla de los objetivos y las metas, no es simplemente la historia de una gaviota empecinada en volar mejor. Estira sus alas, hasta poder tocar la cima de la perfección del vuelo, poder superarse a sí mismo y trascender, a un nivel, aun mucho más elevado de lo que jamás imaginó.

martes, diciembre 14, 2010

Se el héroe que por dentro sabés que sos

Qué somos, más de lo que somos día tras día, cuál es nuestra verdadera identidad, simples personas que nos dejamos llevar por lo que hacen otras, o seres que perdieron su verdadero sentido, hay cosas inimaginadas más de allá de nuestras narices, y ni siquiera lo dimensionamos, no nos importa porque no nos sucede a nosotros, esos son acaso valores, dónde se encuentra siquiera un poco de empatía, tal vez una pizca de conciencia.
Por qué no podemos ser los héroes que por dentro deseamos, soñamos ser, por qué al ver una barrera nos detenemos, por qué al estar frente a alguien más prepotente que nosotros, nos achicamos, y no podemos enfrentarlo como los héroes que sentimos por dentro que somos, pero tal vez no puede salir a la luz porque no poseemos la suficiente valentía para sacarlo. 
La vida es una sola, y con cada latido del corazón es una oportunidad que viene o se va, nos demos o no cuenta, ahí esta, la vida corre, el mundo no se detiene, qué hacemos mientras tanto, simplemente vivir, respirar y hacer lo que las demás personas hacen; o intentar seguir y correr hasta alcanzar nuestros verdaderos sueños y no las metas impuestas por nuestra familia o nuestro entorno.
En toda la historia de la humanidad hubieron personas que se esforzaron y persiguieron sus sueños a pesar de todas las gigantezcas barreras, algunos los alcanzaron, otros no, pero pisaron tan fuerte que las marcas de sus huellas quedaron impregnadas en la línea e historia de este mundo.
Dónde estan los reales valientes, dónde estan los que se atreven a luchar por una noble causa. Aquellos que lograron sus metas, grandes sueños y llegaron a conquistar naciones enteras no tienen nada de diferente de vos o de mí, solamente se aferraron a lo que creían y fervientemente con cada parte de su ser prosiguieron hasta el fin sin detenerse, porque dentro suyo sentían y veían ya completa su meta.
Dentro de cada uno duerme un verdadero héroe, y por qué lo sé, porque simplemente sé que, si algún ser querido llegase a estar en peligro y tenemos la oportunidad de defenderlo, lo hariamos en cuerpo y alma, sin dudar un solo segundo, arriesgando todo, peleando hasta el último suspiro, hasta la última gota, sin importar nada; con esta idea pienso, si eso no es un héroe, entonces qué lo es.
Escucho decir que las personas tienen personalidad, que poseen carácter, que cuando se plantan no retroceden, y no es así, nada de eso es cierto, porque vivimos regidos por nuestros miedos. Hoy día quién es el valiente que se enfrenta a la sociedad por defender su ideología sin importar prejuicios, quién es el verdadero valiente que se planta y a pesar de recibir cientas, tal vez miles de críticas, sigue aferrado con convicción a lo que siente en lo más profundo de su ser y con toda y esa disparidad cree que puede hacer un mundo mejor. Quién es el que dice, yo puedo cambiar y cambiar al mundo con mi grano de arena, y lo hace. No hay quien se atreva a aceptar sus errores en totalidad y se esfuerce por cambiarlo de raíz, y no se detenga por nada ni nadie hasta llegar a lo más alto.
Valor, qué es el valor, quedó diluído generación tras generación, hasta convertirse en una simple palabra que casi nadie entiende en esencia y menos aún la vive.
No necesitamos alguien que nos muestre, que nos enseñe a erguirnos ante el mundo, porque desde siempre corre por cada una de nuestras venas el espíritu de valor y honor que ya desde los los inicios fue plantado en nuestro ser y aunque quedó dormido, aplastado, derrochado y dejado de lado, aún sigue ahí y podemos sacarlo, puede que no sea para nada fácil, pero jamás será imposible.
Convertite en el héroe que querés ser, porque si no lo hacés vos, nadie lo va a hacer.